30 de junio de 2013

LA REVOLUCIÓN DEL ‘BIG DATA‘

¿Cuánta información privada suya circula libremente en Internet? ¿Cuánto podría saber de usted una empresa o un gobierno con solo acceder a dicha información? Ahora pueden hacerlo, y ello genera enormes oportunidades pero también riesgos que no se pueden soslayar.

(Descarga el artículo completo de los PDF's 1, 2, 3)

Los datos están presentes en todas partes, convivimos con ellos y no toda la sociedad ni el tejido empresarial son conscientes de ello. La mayoría de la información generada en Internet se pierde hoy, y es complicado para las organizaciones con un funcionamiento tradicional entender el beneficio que pueden obtener del análisis de esa data.
El ‘big data’ es un fenómeno nuevo, pero supone ya un gran reto para las empresas y gobiernos. Pero implica también desafíos y oportunidades que no pueden desaprovecharse. “Esta no es tarea muy fácil, pues se requiere de especialistas. Si así nomás hay dificultades en el manejo y análisis de grandes cantidades de datos estructurados, imagínate lo que es trabajar con datos que no tienen una estructura aparente”

El manejo de la ‘big data’ en el Perú todavía es incipiente, pero hay bancos, financieras, agentes de
bolsa, industrias, clínicas y algunos otros sectores productivos que ya están trabajando en su implementación. No como quisieran, es cierto, pues se debe invertir mucho dinero y no es sencillo encontrar a profesionales que dominen la tecnología del ‘big data’ y que sepan implementarla con éxito en procesos productivos. Algunos municipios han dado ya un paso adelante con sus redes de vigilancia electrónica, cuyas cámaras se encuentran ubicadas en calles y avenidas principales, pero no explotan al máximo la información
que estas les proveen, por falta de conocimiento y personal idóneo para ello. Lo mismo pasa en los centros de salud, clínicas y hospitales. El ‘big data’ puede aplicarse como herramienta de gestión para deducir las listas de espera y mejorar la forma en que se recuperan y actualizan los registros de los pacientes.

No hay duda: vivimos en una época de grandes datos. Su disponibilidad en crudo y las diversas bases de datos dispersas por todo el mundo se han convertido en la materia prima de la producción, una nueva
fuente de inmenso valor económico y social. Internet y las redes sociales, más que una novedad, son una realidad presente y futura. El ‘big data’ no funciona por arte de magia, se requiere de mucho esfuerzo humano calificado y dinero

‘MILLENIALS’: CUANDO EL ÉXITO ES HACER LO QUE AMAS

Nacieron entre 1981 y 1995 y en el mercado laboral global suman 2,3 millones. Fluctúan entre los 19 y 32
años y son quienes están marcando el paso de cómo se pensará, producirá y trabajará a futuro. El 54% de
ellos planea tener su negocio o quizá ya lo tiene.
Para los ‘Millenials’ –como también se les conoce–, el trabajo es colaborativo y no temen hacerlo de manera remota. No se amilanan si pierden el empleo y entienden que el éxito en la vida es sinónimo de hacer
lo que uno ama. Si bien es una cuestión de actitud, las empresas deben adaptarse a sus necesidades  laborales, pues usan la tecnología con frecuencia
Los mayores son hijos de los ‘baby boomers’ (nacidos entre los años 1940 y 1960), y los menores son
fruto de quienes forjaron su camino bajo los lemas de la generación X (entre 1960 y 1980)
En general, para los ‘Millennials’ lo que más importa es disfrutar de su trabajo (y aprender de él) y buscar que los proyectos en los que se involucran marquen la diferencia. Tienen la habilidad de adaptarse a los cambios. Y no es casual. A ellos les tocó hacerse adultos en medio de crisis como las vividas en el 2008 en el mundo y la recesión generalizada que en el 2012 se sintió en todo el orbe. De aquí que una de sus preocupaciones sea que el éxito es hacer lo que uno ama.
Para un ‘Millennial’, las oportunidades de verdad son las que integran pasión con trabajo. El compromiso
y la responsabilidad nada tienen que ver con cumplir un horario, poco con dorarle la píldora a un jefey todo con llevar adelante y resolver cada una de las tareas. Los límites entre la vida y el trabajo no son nada precisos –de hecho, la vida es trabajo– y los canales de educación posibles no se circunscriben únicamente a lo formal: en su currículum vítae es tan válido un posgrado como un hobby con el que está comprometido desde hace años.
Para ellos el yoga es tan importante como el último curso de actualización profesional, diplomado o maestría. Y no les rinden pleitesía a esquemas de organización vertical ni precisan de la contención que genera una oficina ni reglas por cumplir a rajatabla. Lo que los ‘Millennials’ no reciclan en su filosofía es la fascinación
por la competencia, el sentido tan marcado de individualidad ni el permiso tácito a hacer todo lo que esté al
alcance con tal de llegar a la meta.